Sobre el derecho al agotamiento y la importancia del autocuidado

Hace unos días estaba viendo las noticias de las tres. Era ese momento en el que has terminado de comer y la pereza y el sueño se apoderan de ti, hundiéndote un poquito más en el sofá, a punto de entrar en un coma temporal. Empiezan a hablar de los Goya. Como está ocurriendo con los eventos de este año (la historia se repite, amigos), la ceremonia se celebrará sin público por motivos de seguridad. Y entonces Antonio Banderas, quien presentará la no-gala, resume en tres palabras lo que probablemente está sintiendo toda la población mundial ahora mismo: “Estamos todos agotados”.

Así de simple.

A pesar de la resignificación del concepto de salud mental en los últimos años y de haber aceptado su importancia y la del autocuidado, estamos en una situación muy difícil de gestionar. Lo que la OMS define como fatiga pandémica es ya una realidad de la que muchos somos conscientes y sufridores, sobre todo las generaciones más jóvenes. Tras un año de miedo, de restricciones, de no poder ver a nuestros seres queridos pero tener que ir a currar y a hacer exámenes (¡presenciales, toma ya!), de caída económica y precariedad, de medidas y protocolos gubernamentales cambiantes, de cierres perimetrales, de toques de queda; estar agotado es lo más normal del mundo. Y no pasa nada por reconocerlo.

Si tenéis un ratito tenéis esta charla súper interesante en GenPlayz (y porque soy fan de Inés y Darío <3).

Muchas veces podemos tener la sensación de que una vida productiva es incompatible con la desconexión. El mundo va muy deprisa; nos ponemos ansiosos, creemos que vamos a perdernos algo si apartamos la mirada un segundo. No estamos aportando a la sociedad y eso no puede ser. Pero igual es precisamente ese autoengaño inocente, el pretender tener energía, alegría o entusiasmo cuando no es así, lo que nos agota todavía más. Nos dijeron y nos decimos que ‘llegamos a todo’, pero no siempre es verdad.

Es aquí donde entra (o debería entrar) el autocuidado, y puede tomar muchas formas. Desde establecer una rutina de belleza coreana de 10 pasos que suponga nuestro momento de relax diario, hasta volverse un ermitaño de las redes sociales o empezar a hornear bizcochos para todo el barrio (no sería la primera vez que lo hacéis, tampoco). El método será diferente para cada uno, pero el objetivo final no cambia: mejorar nuestra relación con nosotros mismos.

Yo misma he estado ausente por aquí (y de la vida, en general) porque he tenido un inicio de año para olvidar, y me he tomado un respiro que ni sabía que necesitaba.

He pasado horas viendo series y películas ñoñas a tutiplén, rompiéndome la cabeza con mi primer puzzle de mil piezas, jugando a los Sims, haciendo videollamadas con familiares y amigos o directamente sin hacer nada. Y aunque muchos de estos momentos, debido a las circunstancias, no eran de felicidad, una pequeña parte de mí se sentía bien. Sin tener que cumplir con altas expectativas imaginarias ni horarios autoimpuestos, o que estar pendiente de personas cuyas atenciones luego no son recíprocas. Diría que hay algo de rebeldía y de liberación en admitir que no podemos más; en pedir un tiempo muerto. Resolver tu propio caos para volver a ver la realidad con perspectiva y retomar el control. El primer paso es aceptar nuestro hartazgo.

Al fin y al cabo, estamos en nuestro derecho.

1 comentario en “Sobre el derecho al agotamiento y la importancia del autocuidado

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar
search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close